Actitud operativa y actitud desinteresada -ejemplos-

Hay muchos ejemplos de actitud operativa, sencillamente porque es la actitud en la que solemos estar instaladas: lo habitual es que las cosas con las que nos relacionemos, las usemos y ya está. Así por ejemplo, cada vez que por la mañana, después de desayunar, nos levantamos y nos ponemos delante del armario para vestirnos, tenemos dos opciones:

  O cogemos las prendas elegidas para vestirnos y salimos en dirección al instituto, en cuyo caso estamos adoptando una actitud operativa; o nos pararnos un momento a pensar: ¿De dónde viene esa ropa?, ¿En qué condiciones fue fabricada? ¿Su producción está libre de explotación infantil? ¿Y de sufrimiento animal? ¿Comprarla me hace cómplice de la explotación o el sufrimiento con los que fueron fabricados? Quien se ha hecho alguna vez estas preguntas, ha salido de la actitud operativa para adoptar la actitud desinteresada.

Prácticamente la misma situación se repite con otros muchos objetos de uso cotidiano, como el móvil, el ordenador, muebles, comidas, bebidas,… Y no tiene por qué plantearse esas preguntas, sino que pueden ser otras: ¿Que un videojuego o el programa de ajedrez me gane, revela inteligencia? ¿La Inteligencia Artificial es verdadera inteligencia? ¿Pueden las maquinas pensar? ¿Qué es pensar y cómo saber que alguien o algo piensa? Igualmente, estamos en la actitud operativa cuando cogemos un libro de la biblioteca sin hacernos preguntas: ¿Cómo es que existen las bibliotecas?, ¿Desde cuándo?, ¿Cómo funcionan?, ¿Tienen que pagar derechos de autor?, ¿Qué pasaría si dejaran de existir?, etc. También, cuando nos sentamos en una silla, podríamos preguntarnos: ¿Por qué nos sentamos en sillas y no en puffs o en el suelo? ¿Un puff es una silla o más bien un asiento? ¿Qué hace que una silla sea lo que es? Y así un largo etcétera.

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